Desde hace algunos años hemos sido testigos de la llegada de una
fuerte cantidad de programas y formatos a la televisión. Algunos fueron muy
sintonizados, y otros simplemente pasaron a la historia. Pero, ¿cuál es el
factor que determina que programas se quedan o se van?
¡Simple! El ranking que muestran diariamente los medios de
comunicación. Entonces por qué el público prefiere sintonizar ciertos programas
¿Qué es lo que realmente les interesa? El entretenimiento sería la respuesta que todos pensaríamos, sin
embargo el problema sería descifrar qué hay detrás de este “sano entretenimiento”.
Tener un televisor en casa es primordial. En mi caso, es vital para percibir
las noticias que en algunas ocasiones no llego a escuchar en radio y para otras
personas serían porque lo ven como un hobbie. No obstante, son a veces estas
últimas las que no saben qué están consumiendo visualmente pues intuyen que los
contenidos no son lo suficientemente letales e influyentes en su manera de
pensar. He ahí el problema, ¿cuándo las personas normales y corrientes sabrán
que contenido es bueno y que es malo?
Empecemos a desglosar ideas para encontrar a un culpable. Comencemos
con los formatos.
Hace ya varios meses que programas como “Combate”, “Esto es guerra”,
“Bienvenida la tarde” han sido criticados por mostrar la misma dinámica:
concursos, falsos romances, discusiones vergonzosas, participantes
“comerciales”, etc. Por lo que la gente inició una ola de críticas sobre estos
programas, guiados en un principio por
los líderes de opinión. Por su parte los entes reguladores creyeron que una
simple multa sería la solución, pero la sanción no solo debió ser esa pues
siguen realizando la misma rutina con la que fueron multados.
No solo hablemos de este corte de programas, pues tenemos también a
los que deciden tomar el trabajo del periodismo como fuente de difusión de la
vida privada de personajes públicos. Hablamos entonces de Magaly Medina y
su ejército de farándula. En la
actualidad tenemos a “Amor, amor, amor” conducido por Rodrigo Gonzáles o más
conocido como “Peluchin” quien se empeña todos los días en seguir contando
“chismes” y cosas irrelevantes. El problema aquí sería ¿Qué aporte positivo le
dan al público televidente “destapando” vídeos de la vida ajena de los
demás? Me gustaría obtener respuesta de alguno
de los encargados o responsables de este programa.
Vayamos ahora con los formatos de “entretenimiento”. Todos los
sábados podemos observar la competencia de los programas cómicos, casi a la
misma hora, mismos sketchs y mismos invitados. Pero en realidad venden comedia sana o su producto sale con oferta
para que las personas lo vean ¿pero a qué me estoy refiriendo? La diversión se
ha filtrado con la morbosidad, ésta última sería esa oferta.
Ver a mujeres cada vez más despojadas de sus ropas para alimentar con
perversidad la mente de los niños que se sientan a ver la televisión con sus
padres. Utilizan palabras de doble sentido, apodos, se burlan de personajes
conocidos y utilizan un millar de
elementos para ganar la aceptación del público. Esto es el morbo, que la RAE lo considera: Atracción
hacia acontecimientos desagradables, interés malsano por personas o cosas, o
que simplemente puede ser entendido como la atención de actos con violencia,
sexo, vergüenza, etc.
La denominada “televisión basura”
no solo ronda en Perú, sino también en todos los países de Latinoamérica,
por lo que la solución a este problema en primera instancia sería levantar
todos estos programas del aire, y simplemente nos quedaríamos sin televisión.
Pero existe alguien que no permitirá que el pueblo peruano se quedé sin
televisión (morbo), pues además atentaría contra sus intereses. ¿Y quién es
este sujeto? : El Gobierno.
En realidad, el Gobierno debería tomar cartas en el asunto pues de
nada vale tener proyectos, obras, programas cuando en realidad nuestra gente se
encuentra yendo a un sendero de ignorancia. Y si en caso que el poder ejecutivo
decida dejar estos programas y no hacer
nada como autoridad, los entes reguladores deberían de tomar medidas extremas.
Estamos en un país en el que las personas prefieren ver televisión,
revisar su Facebook, dedicarle tiempo a los videojuegos y no querer adquirir
conocimiento leyendo un libro. Es por ello que los contenidos de señal abierta
se han visto agobiados y obligados por el Sr. Rantking en presentar
improvisaciones; beneficioso para sus bolsillos pero verdugo para los
televidentes.
Finalmente encontramos a 3 culpables: los productores de estos
programas, el público que la consumen
pasivos y gustosos y el más importante el Estado que no interviene en cesar
esta problemática que afecta a generaciones y generaciones. Sin embargo, la
televisión seguirá en la vida de todos nosotros. Pero sí en realidad queremos
detener a esta manipulación poderosa podríamos empezar analizando, decidiendo,
separando y consumiendo lo que realmente contribuya con nuestra persona.
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